En aquel preciso instante sonó el teléfono, que
provenía de la planta baja de la casa, Víctor salio corriendo como si tuviera un
cohete en el trasero, abrió la puerta de la buhardilla y grito: - ¡ya voy yo
abuela, ya voy yo! Al mismo tiempo que bajaba las escaleras a la planta
primera, donde estaban las habitaciones donde dormían sus padres, su hermana
Luna y su hermano Jonás y también dos baños, uno en la habitación de sus padres
y otro en el pasillo de esa planta al lado de las habitaciones de sus hermanos,
al pasar por el pasillo para tomar la escalera que conducía a la planta baja,
sonó por segunda vez el ring del teléfono.
-¡ya
voy, ya voy! Chillo víctor.
-¡no
chilles pequeñajo! Exclamo Luna desde su habitación.
En ese
momento freno en seco, haciendo una espontánea parada delante de la puerta de
la habitación de su hermana que tenia entreabierta, asomando solamente su
pequeña cabeza y le dijo: - yo no soy un pequeñajo. Contesto Víctor con su voz
suave.
De un
impulso puso su trasero en el pasamanos de madera de la escalera hacia la
planta baja, mientras se deslizaba sentado iban pasando a la altura de su
cabeza todos los retratos a carboncillo de todos los miembros de su familia que
tenia su madre colgados en la pared hasta el final de la escalera, volvió a
sonar el teléfono por tercera vez: - ¡voy! ¡voy! -dijo dando un salto al final
del pasamanos que tenia la cabeza de un león tallado todo en madera, recorrió
la planta baja desde el recibidor donde estaba la escalera interior por
donde había bajado, paso por delante
de la puerta de la habitación de su abuela y la puerta del aseo, siguió
trotando hasta llegar al salón y a la cocina donde estaba el teléfono sonando
por cuarta vez: -¡voy! Dijo Víctor- su abuela que estaba en la cocina preparando
la merienda de Luna y Víctor, asintió con la cabeza ya que no quería cogerlo y
que acabara enfadándose con ella después.
Ana era
muy atenta con sus nietos y en especial con Víctor por ser el mas pequeño,
siempre estaba vigilando con mucho sigilo pero sin llegar a estar encima todo
el día ya que no era la típica abuela sargento, pero siempre cauta por lo que
pudiera pasar. Seguro que su padre o su madre, incluso sus hermanos si se
hubieran encontrado en la cocina, (puesto que si estaban encerrados en sus
habitaciones escuchando música u otras cosas no se hubiesen molestado en bajar
las escaleras), lo hubieran cogido solo para molestarlo y hacerle enfadar.
-Dígame
-jadeo Víctor sin apenas aire en sus pequeños pulmones.
-Soy yo
pequeñín -dijo cariñosamente Lidia, una dulce niña de ocho años, los mismos que
tenia Víctor y compañera de clase en la escuela a la que iban ambos y a su vez
su mejor amiga.
-Que
manía os ha entrado a todos con el maldito adjetivo -dijo Víctor frunciendo el
ceño mientras le miraba su abuela con una sonrisa en la boca.
-porque,
¿no he sido la primera en llamarte pequeñín hoy? -pregunto extrañada Lidia.
-no, la
primera ha sido la simple de mi hermana.
-Bueno, me parece que Luna no es que sea una
iluminada, pero tampoco es para tanto, piensa que empieza a estar en la línea
que separa nuestra infancia a la adolescencia de la que lleva ya unos cuantos
años tu hermano, (Luna tenia doce años y Jonás su hermano mayor iba a cumplir
los dieciséis ese mes, se llevaban cuatro años todos, como los juegos
olímpicos, eso decía siempre el pequeño Víctor a sus padres cuando quería hacer
reír a su familia si estaban un poco tristes), ¿o es que no te acuerdas de tu
hermano cuando paso a la edad del pavo? -dijo Lidia convencida.
- ¿y que
es la edad del pavo Lidia? ¿es como la edad de piedra o la edad del hierro o
del bronce? -dijo Víctor extrañado, mientras su abuela sonreía, siguiendo la
conversación que escuchaba, puesto que a Víctor le gustaba poner el teléfono
con manos libres simulando una centralita de policías o bomberos.
- no,
pequeñín. la edad del pavo se la llama porque es en esa edad cuando se empieza
a tontear, a darse besitos y todo eso. -dijo Lidia convencida como siempre.
-
¡aaaaargh que asco! -dijo Víctor cerrando los ojos, sacando la lengua y
doblando los labios hacia abajo mientras su abuela estaba a punto de soltar una
carcajada.
-Bueno
pequeñín dejémonos de conversaciones absurdas y vamos a lo que vamos, te he
llamado porque he visto al lado del muelle un señor mayor que no había visto
nunca, y me ha dicho mi padre que era el nuevo guarda del faro.
En
Estrella de Mar, existía un faro que databa del año 1898, y no es por nada pero
dicho faro estaba entre los más antiguos del mundo, por lo cual el ayuntamiento
de Ancla, lo conservaba a las veces que desempeñaba una función muy importante
para las costas de toda la comarca.
El
guarda del faro se había jubilado el día antes y por eso habían mandado a otro
para sustituirle y era aquel señor mayor al cual hacia referencia Lidia en su
conversación con Víctor.
- ¿y
como lo sabe tu padre si no es detective? -dijo Víctor cavilando.
- porque
lo ha visto desde la terraza de casa cuando llegaba al muelle con una vieja
motocicleta que ya había visto esta mañana en Ancla aparcada en la oficina del
ayuntamiento, y el alcalde le ha comentado cuando se había marchado que iba a
ser el nuevo guarda del faro de Estrella de Mar.
- ¿y lo
ha visto desde la terraza de tu casa? ¡pero si tu padre no ve tres en un burro!
Eso es lo que dices tú siempre. -dijo Víctor riendo mientras su abuela casi
escupe la leche con cacao que estaba merendando.
- ¡a ver
si lo entiendes pequeñín! Mi padre ve
bien, pero soy yo que se lo digo para hacerle bromas de vez en cuando. -dijo
Lidia.
- ¡ah!
Vale.
- Bueno
pequeñín, ¿vamos a verlo a ver si nos cuenta algo? -dijo Lidia toda decidida.
- ¡vale!
Pero aun no han venido mis padres y mi abuela no se si me va dejar ir. -dijo
Víctor girando la cabeza hacia su abuela que estaba sentada en una de las
sillas al lado de la mesa de la cocina.